No vacunar a los niños dificulta la inmunidad colectiva y aumenta el riesgo de reaparición de enfermedades casi controladas

No vacunar a los niños aumenta el riesgo de reaparición de enfermedades casi controladas.“La vacunación es la estrategia preventiva más beneficiosa que existe en salud pública. Por ello, es esencial que los programas de vacunación tengan unas altas tasas

El acto ha contado asimismo con la participación de Josep Maria Ventura, presidente de la RAFC;  Àngela Domínguez, del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Barcelona; y Tomàs Pumarola, del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Vall d’Hebron, ambos académicos de la RAFC y dos de los siete autores de las Recomendaciones sobre “Vacunación y Salud Pública”, documento que la RAFC ha presentado recientemente.

Muchas enfermedades infecciosas están en estado latente y se contienen gracias a los programas de vacunación infantil. Si este muro de contención se rompe, los problemas sanitarios pueden ser graves. La señal de alerta ya se ha producido en la medicina pediátrica, donde se están diagnosticando enfermedades que estaban bajo control.

El caso más reciente es el niño de Olot enfermo de difteria, que ha reabierto estos días el debate sobre la vacunación. En este sentido, la Real Academia de Farmacia de Catalunya alerta de que “la disminución de las coberturas vacunales dificulta la inmunidad colectiva, siendo necesaria la plena estabilidad y continuidad de los programas de vacunaciones”. Así lo manifiesta en el citado informe.

“El problema es que no hay una sensación de riesgo o de miedo a contraer este tipo de enfermedades y, por el contrario, existe una gran preocupación por la seguridad de las vacunas y sus posibles efectos adversos”, explicó Domínguez. “Pero si estas enfermedades ya no son tan frecuentes como en décadas anteriores es gracias a la vacunación, que ejerce de barrera transitoria, no permanente, de ahí la necesidad de los calendarios vacunales”.

Según el documento de la RAFC, está demostrado que en países con una situación socioeconómica y sanitaria favorable, tras años de vacunación sistemática, las enfermedades inmunoprevenibles se han reducido de manera significativa. Sin embargo, de no cumplirse el calendario de vacunas, enfermedades como el sarampión, la varicela o la tos ferina, que estaban prácticamente controladas, podrían resurgir.

Por ello, Domínguez insistió en que “todas las vacunas registradas y comercializadas reducen la incidencia de las enfermedades infecciosas, atenúan su gravedad en los vacunados que hayan contraído la infección y su intervención es segura y eficiente, comportando un máximo beneficio en relación a los recursos utilizados”.

De esta forma, la mayoría de vacunas, además de proteger a los vacunados, producen un efecto indirecto en las poblaciones no vacunadas llamado “inmunidad colectiva o de grupo”. A medida que aumenta el número de individuos tratados en la población, la transmisión del agente infeccioso se hace, progresivamente, más difícil, disminuyendo la circulación dentro de la comunidad y, por tanto, las personas no vacunadas también se benefician de un menor riesgo de contraer la infección.

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