¿Cuál es su principal consejo, como dermatóloga, para cuidar la piel?
Utilizar productos científicamente estudiados y adecuados según el tipo de piel. Higiene, hidratación, protección solar y antievejecimiento son los pilares de una piel sana.
Higiene por la mañana y por la noche con productos suaves y no irritantes. Hidratantes con mayor o menor contenido nutritivo según sea nuestra piel.
Protectores solares que cubran toda la gama solar, sean fotoestables y se adapten a nuestras necesidades cutáneas.
Productos antienvejecimiento con activos que tengan una eficacia demostrada científicamente.
¿Cuál es el papel del farmacéutico a la hora de aconsejar un producto dermocosmético?
El farmacéutico es un profesional que posee una expertise que le hace único como consejero en el canal de venta. Esto es muy importante, ya que algunos pacientes aún no entienden por qué los dermatólogos los derivamos a la farmacia en vez de al supermercado, por ejemplo. Es en la farmacia donde encontrarán el producto dermocosmético prescrito por el dermatólogo, y además es aquí donde contarán con la ayuda y consejo del farmacéutico.
El farmacéutico también controla y vigila los efetos no deseados de los cosméticos. ¿Es esto un valor añadido?
Por supuesto. El farmacéutico también posee su saber hacer, y es muy importante que el público sea consciente de todo lo que esto implica. En lo que a cosmetovigilancia se refiere, es un profesional capaz de informar sobre los efectos secundarios y no deseados de los dermocosméticos, activando la notificación a través del sistema correspondiente y pudiendo ser el primer consejero del paciente en las medidas a tomar frente a tal reacción, derivándole en última instancia al dermatólogo o al servicio de urgencias según sea la gravedad del efecto adverso.