- Evitar cambios bruscos de temperatura Es recomendable evitar el baño en aguas con temperaturas inferiores a los 25º, dado que los cambios extremos pueden provocar una angina de pecho. Hay que evitar salir a la calle las horas de calor más intenso: entre las 11:00 y las 17:00 de la tarde.
- Moderar la exposición solar - Varios estudios de la Asociación Americana del Corazón indican que el déficit de vitamina D está directamente relacionado con la aparición de diabetes, hipertensión, infartos o ictus. Diez minutos diarios de exposición solar en las horas menos calurosas del día son sufcientes para metabolizar la vitamina D.
- Ejercicio físico moderado y en horas de bajas temperaturas En el caso de que una persona que padece alguna descompensación cardiovascular puede practicar algún deporte como la natación, muy habitual en verano, los cardiólogos recomiendan el estilo libre, braza o espalda. Las personas con insuficiencia cardiaca y otras enfermedades crónicas no deben practicar ejercicio al aire libre en condiciones de mucho calor y humedad, ya que su corazón tiene una menor capacidad de reserva para eliminar el calor del cuerpo y puede sobrecargarse.
- Usar ropa adecuada al clima y al nivel de actividad que se vaya a realizar Teniendo en cuenta que la mayor parte del calor corporal se pierde por la cabeza, es necesario utilizar un gorro que preferiblemente cubra las orejas. Además de cuidar el calzado y llevarlo cubierto si vamos a hacer turismo por zonas con asfalto como las ciudades.
- Ingerir líquidos en abundancia moderando mucho el alcohol Si una persona se expone demasiado al sol en verano, sobre todo si no se hidrata adecuadamente, puede sufrir una hipotensión muy grave e incluso con pérdida de conocimiento. Tomar agua, un refresco, un helado o una limonada pueden ser medidas preventivas apropiadas para evitar estos efectos de la insolación, aunque no son suficientes si la exposición al sol y a las altas temperaturas es muy exagerada.
- Cuidar la alimentación Se aconseja evitar los excesos o las dietas centradas en un mismo tipo de alimento, en especial aquellos ricos en vitamina K, como el brócoli o la col, porque reducen los efectos de los anticoagulantes antivitamina K. En su lugar, se recomienda optar por cereales, fruta fresca, pescado azul, espárragos, calabacín o tomate, alimentos cardiosaludables. Además, se debe reducir el consumo de grasas saturadas, bebidas alcohólicas, café, sal y eliminar totalmente el tabaco.
- Respetar el descanso Si las obligaciones lo permiten, es recomendable reposar durante las horas centrales del día. Una breve siesta de 30 minutos es beneficiosa para recuperar energía y disminuir la presión arterial, uno de los factores que más influyen en la aparición de enfermedades cardiovasculares.
- ¡No dejar de tomar la medicación! Las denominadas ‘vacaciones terapéuticas’ pueden tener grandes consecuencias para el paciente: el verano es una de las épocas en las que más probabilidades hay de faltar a la cumplimentación de los tratamientos. Es de vital importancia mantener estos hábitos saludables durante todo el año y ayudarnos a recordarlo con algunos trucos como incluir la medicación en el propio neceser de viaje, por ejemplo.