La nutrición durante los primeros meses de vida de un bebé es muy importante, tanto que incluso puede determinar efectos en el desarrollo humano a largo plazo, siendo la lactancia materna el mejor alimento para el recién nacido. Sin embargo, las tasas de lactancia materna exclusiva en España a los seis meses se sitúan en torno al 20% - 30% cuando, según recomendaciones de la OMS, debería ser la única fuente de alimentación del bebé durante el primer medio año de vida. A partir de entonces, la OMS recomienda que el destete se realice de forma gradual, de manera que la lactancia se mantenga durante un tiempo no inferior a los dos años. Pero en nuestro país la edad media de destete se sitúa en los 6 meses y medio.
Aunque existen múltiples factores que condicionan esta cifra a la baja, una de las causas médicas más frecuentes que provocan un destete precoz e indeseado es el dolor durante la lactancia. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que “dar el pecho no debería doler, de la misma manera que otros procesos fisiológicos (como comer) no duelen ni el pezón tiene por qué hacer callo. Mitos como éstos, junto a la falta de información, la percepción de falta de leche y la reincorporación al trabajo de la madre son las principales barreras de la lactancia materna”, afirma Carme Monge, matrona en Angelini Farmacéutica. Las falsas creencias dificultan y entorpecen el acceso de las mujeres a la ayuda sanitaria que necesitarían para mantener su lactancia de forma satisfactoria y contribuyen a una tasa de lactancia demasiado alejada de las recomendaciones oficiales. En ese sentido, “Las matronas son las profesionales responsables de la salud de la mujer y uno de los colectivos más implicados en la lactancia materna. En nuestras manos está ayudar a desmitificar los problemas en la lactancia, solucionando algunas de las causas más frecuentes de dolor: un mal agarre, un vaciado deficiente del pecho o la presencia de mastitis”, según Míriam Molina, matrona con experiencia en el apoyo a la lactancia materna.
Beneficios de la lactancia materna para bebés y madres
La leche materna aporta una combinación única de proteínas, carbohidratos, lípidos, minerales y vitaminas que asegura el correcto crecimiento y desarrollo del bebé. Además, contiene compuestos bioactivos responsables de múltiples beneficios, como la maduración del sistema inmune y la protección contra las infecciones. Todo ello hace que la leche materna sea el alimento ideal para el bebé. De este modo, la leche materna aporta numerosos beneficios para el bebé: además de los ya indicados, destaca la maduración progresiva del sistema digestivo, preparándolo para recibir otros alimentos, así como su papel clave en el inicio y desarrollo de la flora intestinal del recién nacido.
Pero la lactancia materna no sólo aporta beneficios al pequeño sino a la propia madre, ya que favorece la involución del útero, pues la succión estimula las contracciones uterinas. Además, reduce el riesgo de cáncer de ovario y de mama así como el de fractura de cadera durante la menopausia. También ayuda a recuperar el aspecto físico, facilitando la pérdida de peso, y ofrece ventajas psicológicas: tranquiliza al bebé, da seguridad a la madre y fortalece su vínculo afectivo.
La matrona, apoyo activo en la lactancia materna
La lactancia materna es un acto natural pero, al mismo tiempo, es un comportamiento aprendido. Numerosas investigaciones han demostrado que las madres necesitan apoyo activo para llevarla a la práctica de forma correcta.
En este sentido, las matronas son profesionales sanitarios dedicados a la atención a la mujer en cualquier etapa de su vida. Por su formación y competencias se encuentran en una situación privilegiada para influir positivamente en la instauración y mantenimiento de la lactancia materna y para acompañar a las familias en su lactancia, sea cual sea la duración de esta. “Aquí el papel de las matronas es decisivo. Para que el amamantamiento sea eficaz es necesaria una postura correcta, tanto de la madre como del lactante y un enganche preciso”, afirma Míriam Molina. La lactancia cubre las necesidades nutricionales del bebé además de protegerle de infecciones. Amamantar es la forma más natural de alimentación infantil. “Biológicamente estamos diseñados para dar y recibir leche materna, pero dar el pecho no deja de ser una habilidad que requiere práctica y cierto aprendizaje”, en palabras de Míriam Molina. Esto es especialmente cierto en el contexto de hoy en día, en que hemos perdido una generación de conocimientos que se transmitían madre-hija debido a la generalización del uso de leches infantiles en los años 70.
La información es, pues, clave para evitar el abandono de la lactancia materna. En ese sentido, iniciativas como www.lactanciasindolor.com de Angelini Farmacéutica -uno de los pocos laboratorios farmacéuticos con una web dedicada en exclusiva a la lactancia materna- son herramientas de gran utilidad no sólo para las madres sino para los profesionales sanitarios implicados en la lactancia.
Dolor, posición de agarre, obstrucción e ingurgitación, principales barreras a la lactancia materna
El dolor es uno de los síntomas más frecuente que refieren las madres durante la lactancia. Si el bebé se agarra correctamente al pecho, es posible notar una ligera molestia tan sólo unos segundos pero después debe desaparecer. Si persiste, es necesario buscar la causa y aplicar medidas para remediarla, con la ayuda de la matrona. En ese sentido, muchos de los problemas que, con frecuencia, conducen al abandono de la lactancia se deben a una mala posición o a un agarre defectuoso. Sin embargo, la mayoría podrían prevenirse evitando la separación madre-hijo tras el parto hasta la primera toma del pecho.
Una técnica de lactancia inapropiada puede ser también la causa de las lesiones en el pezón conocidas como grietas, que suelen aparecer en los primeros días. En estos casos, el bebé comprime el pezón con las encías o contra el paladar duro. Las grietas en el pezón no son distintas de otras lesiones en la piel, que se curarían espontáneamente en algunos días si el roce o movimiento que las causa no se repitiera de manera frecuente. Por tanto, el mejor tratamiento frente a esta afección es la corrección del agarre, consiguiendo que el bebé abarque con su boca la mayor parte de la areola. Por otro lado, cuando la leche no se extrae del pecho de forma eficaz, se produce la llamada “estasis de la leche”. Sus principales causas son un mal agarre, la succión inefectiva, la restricción de la frecuencia o duración de las tomas o el bloqueo de los conductos lácteos.
Por último, durante la llamada plétora fisiológica (“subida de la leche”), el pecho puede estar muy lleno, lo que se resuelve rápidamente mediante la succión efectiva y el vaciamiento de la leche por parte del bebé. Si no es así, puede desembocar en ingurgitación: el pecho está repleto tanto de leche como de líquido tisular, por lo que se dificulta el flujo de leche.
La mastitis puede afectar a 1 de cada 3 madres y es una de las principales causas del abandono de la lactancia
La mastitis es la inflamación de uno o varios lóbulos de la glándula mamaria, acompañada o no de infección. Esta enfermedad es la causa médica más frecuente del destete precoz y conlleva un elevado impacto económico, social y de salud pública. Existen diversos factores que pueden conducir a una mastitis infecciosa. Ésta se asocia con un gran aumento de la concentración de determinadas bacterias en la glándula mamaria (normalmente, estafilococos) y la reducción o desaparición del resto de bacterias de la flora mamaria (por ejemplo, los lactobacilos). Esta alteración provoca una inflamación y bloqueo de los conductos de la leche.
Su prevalencia, que puede llegar al 33%, está infradiagnosticada, en parte porque algunos tipos de mastitis pueden producir dolor sin otros síntomas generales, lo que dificulta su diagnóstico. Además, existe una falta de tradición en análisis microbiológico de leche humana y una ausencia de protocolos para la recogida de leche materna. De hecho, el diagnóstico actual de la mastitis se refiere mayoritariamente a las de tipo agudo, que son las que presentan síntomas más claros (enrojecimiento, aumento del tamaño del pecho, zonas de induración, disminución de la secreción de leche y síntomas similares a la gripe). Normalmente, en el abordaje de las mastitis agudas se prescribe un tratamiento antibiótico. Sin embargo, cada vez más existen resistencias bacterianas en nuestro entorno que dificultan la resolución completa o causan mastitis crónicas o recurrentes.
Vuelta al trabajo, una dificultad añadida en lactancia
La reincorporación al trabajo puede producir un destete brusco o no planeado, aumentando el riesgo de sufrir mastitis. Por ello, es muy importante que se lleve a cabo de forma gradual y “tener muy presente que volver al trabajo no significa dejar de dar el pecho, pues existen soluciones para mantener la lactancia cuando finaliza la baja maternal, como guardar la leche materna en la nevera o dársela al bebé a demanda al llegar a casa”, asegura Carme Monge. Sin embargo, según una encuesta realizada por el comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP), el 55% de las mujeres que se reincorpora al trabajo suspende la lactancia materna y sólo el 7,8% la mantiene de forma exclusiva.
Según los expertos, conviene planificar la reincorporación con suficiente antelación y contar con el apoyo profesional necesario para aprender y aplicar técnicas de lactancia que faciliten la conjunción de la lactancia con el mundo laboral: la extracción manual, la lactancia en diferido y, si ha llegado el momento, la introducción de la alimentación complementaria. Lactobacillus fermentum, el primer probiótico que contribuye al equilibrio de la flora mamaria El uso de probióticos aislados de leche materna ha aportado una nueva herramienta para disminuir el dolor durante la lactancia sin los efectos secundarios asociados a los antibióticos (candidiasis, trastornos digestivos, etc.).
Los probióticos son microorganismos vivos -como los lactobacilos- que, al ingerirse en cantidades adecuadas, tienen efectos beneficiosos para la salud y contribuyen al equilibrio de la flora bacteriana, haciendo que la lactancia sea mucho más cómoda. En concreto, los probióticos pertenecientes al grupo Lactobacillus (como Lactobacillus fermentum) han demostrado ser eficaces en el control de la concentración bacteriana en la mama. En ese sentido, Lactobacillus fermentum CECT5716 es el primer y único probiótico que contribuye al equilibrio de la flora mamaria, reduciendo el dolor desde la primera semana de tratamiento y, por ello, ayuda al mantenimiento de la lactancia.
Recientemente un estudio ha demostrado que Lactobacillus fermentum CECT5716 disminuye la incidencia de la mastitis un 48% en mujeres con factores de riesgo, como haber recibido antibioterapia durante el parto, y evita su recurrencia. Además, está demostrado que el consumo de dicha cepa probiótica por parte de los bebés disminuye de forma significativa la incidencia de infecciones respiratorias y gastrointestinales.