El déficit de contacto con la naturaleza tiene enormes repercusiones en los niños, según advertía el médico ambiental Juan Antonio Ortega, durante el XXXI Congreso SEPEAP, quien concretaba que las consecuencias pasan por trastornos de neurocomportamiento, déficit de atención, hiperactividad, impulsividad, déficit de vitamina D por no tomar el sol necesario, una peor función pulmonar por no ejercitar la ventilación en un aire limpio, impronta cardiovascular y, por supuesto, un menor rendimiento escolar. Por ello, se hace un llamamiento para recuperar el contacto con la madre naturaleza en todas sus formas como una de las herramientas terapéuticas más importantes de los pediatras en el siglo XXI y una urgencia para nuestra especie.
Ortega recordaba que el impacto del medio ambiente en los niños es mucho mayor que en los adultos, porque sus conductas –tocar todo con facilidad y llevarse las cosas a la boca-, así como su altura y el hecho de que respiren más aire por kilogramo de peso que los adultos e ingieran más alimentos y más agua en proporción los hace más vulnerables a los tóxicos ambientales en un periodo en el que, además no tienen todavía desarrollados los mecanismos para eliminar los tóxicos del cuerpo. Asimismo, recordaba que la sociedad está creciendo en conciencia social y que los médicos deben dar respuesta a sus dudas y planteamientos sobre estas cuestiones, porque de no ser así, buscan las respuestas en lugares mucho menos fiables.