No en vano, las olas de calor (cuando se producen de forma continuada temperaturas de 40 grados) no solo afectan a las personas, sino también a los medicamentos, que pueden provocar problemas añadidos a los pacientes si no se conservan en buen estado, especialmente en personas que presentan factores de riesgo (mayores, pacientes crónicos, niños). Lo mismo ocurre si no se conservan de forma adecuada los medicamentos durante los distintos desplazamientos vacacionales.
Para facilitar esta tarea a los pacientes, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) hace una serie de recomendaciones.
CONSERVACIÓN DEL MEDICAMENTO
En materia de conservación es necesario respetar las condiciones que figuren en el envase: entre +2 y +8°C (frigorífico), medicamentos de conservación a una temperatura inferior a 25 o a 30°C y a temperatura ambiente cuando no haya menciones específicas al respecto.
Es importante saber que los medicamentos tienen que conservarse siempre en lugares limpios, frescos y secos. La cocina y el baño (lugares donde es muy habitual guardar los fármacos) no son lugares apropiados para conservar los medicamentos, ya que son estancias donde se suelen producir cambios bruscos de humedad y temperatura. Unas malas condiciones de conservación pueden convertir los medicamentos en ineficaces y añadir riesgo de efectos indeseados, por eso también hay que mantener los fármacos dentro del envase original, protegidos de la luz, y en caso de usar pastilleros, conviene recortar los blíster para mantener las pastillas protegidas e identificadas.
VIAJES Y MEDICAMENTOS
Al viajar en verano también es todavía más importante extremar las condiciones de conservación de los medicamentos y transportarlos de manera que no sufran deterioro. Los medicamentos que tengan que conservarse en frigorífico deben ser transportados en condiciones que respeten la cadena de frío (embalaje isotérmico refrigerado con acumuladores de frío), pero sin provocar la congelación del producto y deben utilizarse tan pronto como se hayan sacado del frio.
Los medicamentos que tengan que conservarse a una temperatura inferior a 25 o a 30°C, igual que los medicamentos a conservar a temperatura ambiente, no deben ser expuestos mucho tiempo a temperaturas elevadas como las que frecuentemente se alcanzan en los maleteros, guanteras o los habitáculos de los coches expuestos a pleno sol. Se aconseja, como medida de prudencia, transportarlos en un embalaje isotérmico no refrigerado.No obstante, rebasar puntualmente estas temperaturas, hasta 40°C, no tiene consecuencia sobre la estabilidad o la calidad de estos medicamentos, ya que suelen presentar un límite superior de tolerancia.
En caso de viajar en avión, los medicamentos se deben llevar en el bolso de mano. No deben ser transportados en la bodega, donde se coloca el equipaje facturado, pues soporta muy bajas temperaturas en el aire o muy altas en la pista.
Algunas formas farmacéuticas (supositorios, óvulos, cremas…) son bastante sensibles a elevaciones de temperatura. En este caso, no es el principio activo el que es sensible al calor, sino la forma farmacéutica, por lo que todo medicamento cuya apariencia exterior esté visiblemente modificada no debe ser utilizado. Las formas líquidas (jarabes y suspensiones) tienen una estabilidad más limitada que las sólidas y son más sensibles a temperaturas elevadas. Se pueden conservar en frio y se deben mantener siempre limpios el frasco, el tapón y el dispositivo dosificador.
En los viajes también es conveniente identificar los medicamentos por el principio activo, ya que es la denominación universal, por lo que es muy útil en los viajes al extranjero y es básico para evitar duplicidades e interacciones.