La introducción de nuevos medicamentos contribuye a mejorar de forma notable la salud y la calidad de vida de los pacientes. Proporcionan cura a enfermedades que no tenían, controlan o reducen los síntomas en las patologías crónicas, alargan la supervivencia y mejoran las condiciones de vida de los pacientes y sus familiares. Pero, además, la innovación farmacéutica permite optimizar los recursos sanitarios, genera un importante ahorro de costes directos e indirectos a los sistemas de salud, mejora la productividad laboral y es la base de un dinámico sector productivo que está a la cabeza en inversión en I+D, empleo de calidad, productividad y generación de riqueza para los países.
Esta es la principal conclusión del informe "El valor del medicamento desde una perspectiva social", elaborado por el centro de investigación en Economía de la Salud Weber con el apoyo de Farmaindustria, que fue presentado en Madrid en una jornada en la que participaron representantes de diferentes ámbitos del sector sanitario: gestores, profesionales sanitarios, asociaciones de pacientes y de compañías farmacéuticas.