Los expertos tienen claro que, en la primera mitad del siglo XX, la clave de la mejora de la calidad y la esperanza de vida estuvo en las medidas de salud pública e higiene puestas en marcha a partir del conocimiento de la naturaleza de distintas enfermedades infecciosas, como por ejemplo la adecuada gestión de las aguas residuales o el suministro de agua limpia a la población. Después se dejaron notar actuaciones como la mejora en el nivel educativo de la población, el progreso de las condiciones socioeconómicas y la promoción de estilos de vida cada vez más saludables.