Además, muchas personas han descuidado sus rutinas y han experimentado estrés debido a la gestión del teletrabajo, la pérdida del empleo, los problemas en las relaciones familiares con la pareja o los hijos, etcétera. Pero ¿qué ha pasado con las personas a las que la pandemia les ha sorprendido ya con una situación de estrés o incertidumbre por el diagnóstico de una enfermedad como el cáncer?
Durante la emergencia sanitaria, se ha identificado además a los pacientes con cáncer como población de riesgo, lo cual se ha sumado a la situación previa que ya vivía este colectivo. Ahora, durante la desescalada, algunos pacientes continúan con miedo y, ante ello, Marta de la Fuente, responsable del Servicio de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid, señala que lo importante es “acompañar a los pacientes en su proceso emocional: comprender, sin juzgar ni presionar, dando flexibilidad y seguridad”. Como explica, “todos no nos hemos expuesto de la misma manera a salir y, por eso, es importante que cada uno haga su propia desescalada; existe una fina línea entre prudencia y riesgo”.
Un aspecto que sí es muy importante es no fomentar conductas de miedo ni generar aprensión, no limitar al paciente. A no ser que el paciente esté llevando a cabo conductas temerarias, “es clave no trasladarle nuestros miedos, angustias y fobias”, subraya esta profesional, que a cambio recomienda escuchar y estar presente. “Ante momentos de ansiedad, hay que intentar tranquilizar, pero escuchando y respetando las angustias y miedos que pueda tener esta persona, sin reñir, sermonear o echar la bronca”, explica.
De todas formas, esta experta no cree que todos los pacientes oncológicos hayan vivido esta situación de la misma manera y distingue dos perfiles claros. “Muchos pacientes lo han vivido como una sobrecarga, ya que han experimentado más sensación de vulnerabilidad y miedo, así como dificultades en el manejo de la incertidumbre debido al aplazamiento de algunas pruebas o tratamientos médicos”, señala esta profesional.
Pero otros pacientes, en cambio, no han intensificado sus síntomas de estrés, sino que han aprovechado sus estrategias de afrontamiento frente a la incertidumbre, que ya habían ido desarrollando durante el proceso de su enfermedad, para sobrellevar la situación mejor incluso que la población general. “Muchos pacientes ya contaban con estrategias personales”, explica esta especialista en psicooncología, que apunta a que “sí es verdad que estos pacientes tienen más miedos, pero son miedos racionales y objetivos por ser población de riesgo, de forma que son normales y adaptativos, es importante ayudarles para que éstos no les interfieran de manera significativa en su día a día”.
En esta diferenciación, de la Fuente considera que los rasgos de personalidad y el estado emocional tienen también mucho que ver, así como el estadio de la enfermedad o el tipo de tumor (relacionado o no con el sistema respiratorio); en cambio, cree que la edad no es un aspecto relevante. “Hay pacientes que consideran que están en una fase final de su vida y no tienen miedo, mientras que hay otros que, con la misma edad, tienen muchas ganas de vivir y, por tanto, más miedos”, destaca de la Fuente.