“La preeclampsia es una enfermedad propia del embarazo, que desaparece cuando finaliza la gestación. Sus manifestaciones clínicas son muy variadas, siendo la hipertensión arterial la más común, pero puede afectar a diferentes órganos como riñón, hígado, sistema nervioso central y otros. Se estima que la preeclampsia complica alrededor del 2-5% de los embarazos en nuestro país. Afortunadamente, la asistencia sanitaria en España y la conciencia de la enfermedad en la mujer gestante permite detectar la enfermedad en sus etapas iniciales en numerosos embarazos, impidiendo su evolución a las formas más graves”, explica la investigadora Marta Fabre Estremera, del Servicio de Bioquímica Clínica del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (Zaragoza) y ponente en el XV Congreso Nacional de Laboratorio Clínico (LabClin 2021).
Este congreso se está celebrando de manera virtual del 7 al 13 de noviembre y está organizado por las tres sociedades de ámbito nacional del laboratorio clínico, la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQCML), la Asociación Española de Biopatología Médica-Medicina de Laboratorio (AEBM-ML) y la Asociación Española del Laboratorio Clínico (AEFA).
“El espectro clínico de la preeclampsia es muy amplio. Alrededor del 85% de los casos se presentan después de la semana 34 de gestación, son los de presentación tardía y suelen cursar como formas leves sin repercusión importante en el pronóstico materno y/o fetal. Otra cosa es el 15% restante, que son las formas de comienzo temprano, antes de la semana 34 del embarazo y que se asocian con más frecuencia a graves complicaciones maternas y fetales”, advierte Fabre. De hecho, “la preeclampsia es una de las principales causas de morbimortalidad materna y perinatal. En España, es la segunda causa de muerte materna. Se trata de una patología progresiva, podemos tratar los síntomas y signos clínicos, lo que no impide la evolución de la enfermedad. Aunque la mayoría de los casos tienen una marcha benigna, es necesario vigilar su progreso e intervenir antes de que evolucione a formas graves, como la eclampsia o el síndrome HELLP (siglas inglesas de hemólisis, aumento enzimas hepáticas y trombocitopenia). El único tratamiento efectivo en los casos graves es la finalización de la gestación”.
Según señala la investigadora, “el cribado de preeclampsia en el primer trimestre de la gestación nos ayuda a identificar a las gestantes con un mayor riesgo de preeclampsia precoz y a ofrecer el tratamiento diario con ácido acetilsalicílico comenzando antes de la semana 16 del embarazo. Esta conducta no previene la enfermedad, pero sí disminuye la posibilidad de desarrollar una preeclampsia temprana y grave, lo que es beneficioso para la madre y el feto”.
La ponente añade que, “en nuestro país, hace poco más de 10 años era impensable hablar de cribado de preeclampsia. Era una enfermedad diagnosticada con una edad gestacional avanzada por su sintomatología y, en cierta manera, impredecible. En 2020, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), en su última guía clínica, recomendó realizar el cribado de preeclampsia en el primer trimestre de la gestación. Ahora nos encontramos, bajo mi punto de vista, en una época de transición. No existe un consenso sobre qué estrategia realizar, pero sí una tendencia a implantar el cribado. Probablemente, en una década o antes, sea un cribado más dentro de la asistencia clínica habitual a la embarazada. La Comisión de Diagnóstico Prenatal de la SEQCML está trabajando en la elaboración de un documento de consenso acerca de las diferentes estrategias y calculadoras disponibles para realizar el cribado de la preeclampsia en el primer trimestre de gestación”.
Además, en palabras de Fabre, “actualmente, la Medicina Materno-Fetal está centrando su interés en la predicción y prevención de las complicaciones del embarazo desde el primer trimestre. En concreto, el manejo de la preeclampsia está sufriendo una eclosión de iniciativas, desde la introducción de los marcadores angiogénicos en sangre materna, tanto para la predicción como para el diagnóstico y el pronóstico de la enfermedad. Los profesionales del laboratorio tenemos un papel fundamental, debemos colaborar y aportar herramientas a nuestros colegas obstetras, en esta nueva Medicina Materno-Fetal”.