El cáncer es una enfermedad multifactorial, lo cual quiere decir que en su desarrollo están implicados diversos factores genéticos y ambientales. De hecho, la herencia de mutaciones que puede predisponer al cáncer es uno de ellos, ya que, al menos, un 10% de los cánceres tiene un componente genético y, por tanto, puede ser prevenible a través de un test genético.
“Los más frecuentes son los tumores de mama, colon y recto, pero eso tiene casi más motivos históricos, ya que son en los que primero se descubrió que había un componente genético, y por tanto más se investigó y detectó en la población”, asevera el doctor Ricardo Cubedo, responsable de la Unidad Multidisciplinar de Sarcomas y Cáncer Hereditario de MD Anderson Cancer Center Madrid. “Lo cierto es que según vamos estudiando, prácticamente no queda ningún cáncer libre de tener un porcentaje de casos que estén determinados o favorecidos por la herencia. Por ejemplo, los de melanoma, vejiga y endocrinos, por mencionar algunos más”, agrega el doctor.
Cuando se presenta una mutación que aumenta la susceptibilidad para padecer cáncer hablamos de cánceres hereditarios o familiares. Estas alteraciones genéticas, que son germinales y por tanto hereditarias, pueden detectarse a través de la realización de un estudio genético exhaustivo, como los disponibles en MD Anderson Madrid. Este tipo de prueba se realiza principalmente en pacientes que hayan presentado varios tumores a lo largo de su vida, ya sea de forma simultánea o en distintos momentos, aunque está también indicada para personas con más familiares con cáncer de lo que sería normativo en términos estadísticos. Sin embargo, tal y como apunta el doctor Cubedo, esta segunda categoría es complicada de determinar, “pero cuanto más próximos, numerosos y jóvenes sean los casos, mayor es el grado de sospecha”.
De este modo, si hay sospecha de un componente hereditario en el paciente se aconseja la realización de un estudio genético. Este consiste en un análisis de sangre cuyos glóbulos blancos sirven como muestra para la extracción de ADN. A partir de ahí, basándose en las extensas bases de datos mundiales disponibles con información sobre las mutaciones que predisponen al cáncer, se lleva a cabo una búsqueda de las mismas en el ADN del individuo a examinar.
En este ámbito, existen dos abordajes diferentes, puntualiza Cubedo. Si la historia familiar apunta muy claramente a un tipo determinado de cáncer, “se analizan especialmente mutaciones muy determinadas en genes vinculados a ese tipo de tumor”. Es decir, si múltiples miembros familiares presentan cáncer de mama, el análisis se va a focalizar en las mutaciones asociadas con ese tipo de cáncer en concreto. No obstante, este no es siempre el caso. “En otras familias no es tan preciso, de modo que miramos una cantidad mucho más grande de genes”, explica el doctor.
Familias genéticamente huérfanas
Una categoría especialmente desafiante son las llamadas ‘familias genéticamente huérfanas’. “Son las más complicadas, las que más nos interesan y las que menos atención reciben”, explica el Dr. Cubedo. No se trata de esas familias donde hay muchos casos y rápidamente se deduce el componente hereditario, sino de aquellas donde los casos son más aislados. “Son aquellos casos en los que los familiares no son tan cercanos, no son tan iguales, pero realmente, tienes una sospecha”, aclara el especialista. “Es mucha casualidad que haya tantos tumores en esa familia, aunque no todos son jóvenes, no todos son del mismo tipo, y el médico puede sospechar que ahí tiene que haber algo, pero es difícil ‘cazarlo’”, asegura.
El problema con ellas es que “no siempre cumplen los criterios estrictos que se suelen usar para el estudio genético”. “Al ser pruebas caras y complicadas, era un recurso muy limitado, un cuello de botella. Sin embargo, hoy día sí que tenemos herramientas que nos permiten estudiarlas mucho mejor, aunque no cumplan al 100% con los criterios”, sostiene Cubedo.
La vida después de la detección de la mutación: planes de seguimiento
Una vez realizado el estudio, es posible que se detecte una mutación genética que, efectivamente, implique una cierta propensión a la enfermedad. En ese caso, comienza a desarrollarse un plan de acción para hacer un seguimiento efectivo tanto a la persona a la que inicialmente se le realizó el estudio como a sus familiares.
Pese a ser un gran desconocido, este es uno de los pasos clave del proceso. Se suele pensar que, ante tal resultado, se comunica la presencia de la alteración y no se actúa más. Respecto a esto, el Dr. Cubedo aclara que “nada más lejos de la realidad. Hay que romper ese miedo a saber, porque es lo que nos va a permitir actuar a tiempo. Si se detecta una mutación que puede dar lugar a un problema, vamos a actuar para resolverlo a tiempo.”
Conociendo el gen o genes mutados, se puede pronosticar con cierta anticipación qué cánceres están en riesgo a lo largo de la vida. En función de ello, se diseña un programa de diagnóstico precoz a medida para cada situación, que por norma general implica la realización periódica de diversas pruebas como ecografías o analíticas. En los casos más extremos, se puede recurrir a cirugías profilácticas, eliminando el órgano que se sabe, casi seguro, que va a tener cáncer.
En cuanto al resto de familiares, el Dr. Cubedo añade que “los genes de predisposición al cáncer se heredan como cualquier otro gen. En una familia con ojos azules no todos tienen los ojos azules y en una familia en la que hay una mutación que predispone al cáncer no todos la heredan”. Los pasos siguientes a la detección en un individuo son la determinación de qué familiares portan también la misma mutación y cuáles no, para que aquellos que sí puedan beneficiarse de los programas de seguimiento.
“Estoy convencido de que con el tiempo estos estudios genéticos se incorporarán a la batería de pruebas que se hacen a cualquier persona con cáncer”, augura Cubedo, que explica que hoy día hay centros que optan por otro tipo de valoraciones más sencillas, rápidas y baratas, pero no siempre igual de indicadas para prevenir, como son el análisis de sangre o radiografías. “Las pruebas genéticas son complicadas de hacer en un laboratorio al uso, se necesita un laboratorio de genética y personal entrenado”, concluye el especialista.