El dolor que sufre más de un 65% de pacientes con cáncer genera un fuerte impacto en su calidad de vida. Concretamente, el dolor oncológico y su mal tratamiento están relacionados con estrés emocional y depresión. Así mismo, un 69% de los pacientes considera que el dolor dificulta sus actividades diarias. Estas cifran han aumentado en los últimos años debido a las mayores tasas de supervivencia que permiten los nuevos fármacos oncológicos. Una mayor supervivencia que va ligada al tratamiento de un dolor crónico a largo plazo. En el marco de la celebración del Día Mundial del Cáncer este viernes 4 de febrero, Medtronic, compañía especializada en tecnología sanitaria, insiste en la importancia de un correcto abordaje del dolor oncológico y de la aplicación de nuevos enfoques terapéuticos que han demostrado una mayor eficacia que el uso exclusivo de medicación oral.
Se estima que, de media, las personas con cáncer pueden sufrir tres episodios de dolor intenso al día. Este dolor es mayor en los casos de cáncer de páncreas, tumores en los huesos y músculos, tumores cerebrales y linfomas. Diferentes estudios avalan además que, su impacto a nivel emocional y en su estado de ánimo puede generar una menor respuesta al tratamiento y una peor evolución de la enfermedad. A pesar de ello, en la última década los pacientes con enfermedad avanzada, metastásica o terminal no han observado una mejoría en la prevalencia del dolor.
La administración de fármacos dirigida directamente al líquido cefalorraquídeo reduce el dolor de forma más rápida y efectiva
Entre las alternativas actuales a los medicamentos orales, la infusión intratecal, basada en la administración de fármacos dirigida directamente al líquido cefalorraquídeo, ha demostrado una mayor efectividad en la reducción del dolor oncológico. Consiste en la inyección del fármaco en el espacio intratecal, es decir, el espacio que rodea la médula espinal, con el objetivo de que llegue directamente al sistema nervioso central y, por tanto, al centro de control del dolor. Como explica la doctora Concepción Pérez, jefa de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario La Princesa de Madrid, “solo un 2-3% del fármaco oral logra llegar a su lugar de acción en el sistema nervioso central. Por ello, para logar el efecto terapéutico deseado pueden ser necesarias dosis muy altas, con sus consiguientes efectos secundarios. Sin embargo, con la terapia intratecal conseguimos una mayor reducción del dolor con una dosis 300 veces menor que la dosis oral.”
Junto con el menor riesgo de efectos secundarios, como el cansancio o la confusión que pueden generar los analgésicos orales, la infusión intratecal ha demostrado reducir las visitas de los pacientes con cáncer a urgencias a causa del dolor. Actualmente, se estima que cerca de un 30% de sus consultas de urgencia están relacionadas con el dolor provocado por la patología. De forma paralela, también se ha visto reducido el número de hospitalizaciones necesarias.
En palabras de la doctora Pérez, “recomendamos esta terapia para los pacientes que experimentan dolor en varios lugares anatómicos: cabeza y cuello, extremidades superiores e inferiores y tronco. Según sus necesidades podemos optar por la implantación completa de un sistema de liberación del fármaco en la zona lumbar para mayor comodidad y mayor control por parte de los profesionales que integramos las unidades del dolor.” Añade que, para que el paciente pueda acceder a esta terapia es esencial realizar un abordaje multidisciplinar de la patología en el que también esté involucrada la unidad del dolor de cada hospital. Según datos de Medtronic, hasta 2015 el 99% de los pacientes oncológicos recibían solo medicación oral contra el dolor.
Importancia de un equipo multidisciplinar en el manejo del dolor oncológico
En este escenario, es importante que los oncólogos se apoyen en los anestesiólogos y médicos del dolor para incluir el tratamiento del dolor en el plan terapéutico de los pacientes con cáncer. Son ellos quienes deben prescribir la opción terapéutica más adecuada y derivar a los pacientes. Así, la cooperación entre ambos equipos y con los demás profesionales sanitarios implicados será clave para garantizar a los pacientes no solo una mayor supervivencia, sino también una mejor calidad de vida.