Sin embargo, la privación del sueño y la dieta desequilibrada son habituales en las sociedades “modernas”. Y en este sentido es fácil entrar en un círculo vicioso, pues dormir mal afecta a nuestra forma de comer y a nuestro estado nutricional, y viceversa, nuestra dieta afecta a nuestra capacidad de descanso y recuperación.
En general, se considera que los factores condicionantes de la salud son la genética, el medio ambiente y el estilo de vida. Este último es el que podemos modificar con cambios en nuestra forma de vivir, tanto a nivel de la alimentación, la actividad física, los hábitos de descanso y la conducta, por ejemplo. Como son modificables y pueden contribuir a la mejora de la salud y de la calidad de vida en cualquier persona son herramientas muy valiosas en prevención, cuando estamos sanos, y formando parte del tratamiento de patologías crónicas.
Lo bueno de todos estos factores es que cuando mejoramos uno, suele haber un efecto beneficioso en los otros, y si modificamos un poco todos, el efecto beneficioso es sinérgico. En este sentido el vínculo entre cómo dormimos y cómo comemos es crucial. Numerosos estudios han corroborado la relación entre el sobrepeso y la obesidad y la mala calidad del sueño, estando ésta relacionada con la acumulación de grasa a nivel abdominal, factor que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y otras como la depresión, el síndrome de colon irritable, la fibromialgia, algunas neurodegenerativas, etc.
También hay una elevada prevalencia de la comorbilidad de dolor crónico, obesidad y alteraciones del sueño que, seguramente, tienen como mecanismo fisiopatológico común la inflamación sistémica crónica. Como ya sabemos, la función de la alimentación es aportar todos y cada uno de los nutrientes necesarios y otras sustancias en las cantidades adecuadas para el buen funcionamiento de todas las reacciones bioquímicas que sustentan nuestro metabolismo y otras funciones corporales.
Tanto si la dieta es insuficiente como si es excesiva se producen desequilibrios que nuestro organismo intentará compensar hasta que esto no sea posible. Obviamente, lo que más preocupa actualmente es la elevada prevalencia de la obesidad que está calificada como epidémica a nivel mundial.
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