El efecto acumulativo de una exposición prolongada al sol puede causar graves lesiones oculares

El efecto acumulativo de una exposición prolongada al sol puede causar graves lesiones ocularesLa “memoria” de las células del ojo puede hacer que la radiación ultravioleta altere el ADN y provoque daños importantes en los ojos y en la visión. Los especia

La exposición prolongada al sol y sin la protección adecuada, especialmente durante los meses de verano, en los que la radiación solar es más intensa, pueden provocar daños oculares importantes, según coinciden oftalmólogos del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona (IMO), especializados en distintas partes del ojo (córnea, catarata, oculoplástica y retina), dado que son varias las estructuras oculares que pueden verse afectadas.

Según los especialistas de IMO, las lesiones más graves tienen en su origen en el factor acumulativo de los rayos ultravioleta a lo largo de los años, algo ya conocido en el caso de la piel, pero menos en el de los ojos, pese a producirse igualmente. Este deterioro paulatino, conocido como daño actínico, se caracteriza por una mutación del ADN de las células de estos órganos que puede llegar a causar tumores palpebrales malignos, que, generalmente, aparecen en forma de bulto, úlcera o peca y cuya detección temprana puede evitar metástasis, o tumores en la conjuntiva (membrana que cubre el globo ocular), unas lesiones poco comunes pero que deben detectarse a tiempo para evitar poner en peligro la visión o la vida del paciente. En estos casos, la persona que los padece suele notar la aparición de una peca en la superficie externa del ojo. Puede no dar síntomas o provocar irritación ocular o sensación de lagrimeo y de cuerpo extraño. Estos tumores se extirpan quirúrgicamente y pueden requerir tratamientos complementarios, como quimioterapia o radioterapia.

Sequedad ocular y envejecimiento prematuro

La exposición continuada a ambientes soleados, además de la sequedad ocular, también es un factor de riesgo de padecer alteraciones como el pterigion y la pinguécula. Estas lesiones se caracterizan por el crecimiento anormal de la conjuntiva sobre la córnea y pueden aparecer en uno o en ambos ojos. Según el Dr. Óscar Gris, del Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva de IMO, “son enfermedades multifactoriales, que suelen aparecer en personas con cierta predisposición genética y que, además, se exponen al sol o al viento de forma continuada y sin protección”. Pese a que estas lesiones tienen buen pronóstico, el especialista recomienda tratarlas a tiempo, ya que cuando están poco avanzadas, se alivian con geles o colirios lubricantes, mientras que los casos que han evolucionado durante más tiempo, requieren su extirpación en quirófano.

La sequedad ocular que produce el sol también puede dar lugar a queratitis, una inflamación de la córnea cuyos principales síntomas son dolor, lagrimeo y fotobofia intensa y que suele provocar lesiones en forma de puntos en la superficie del ojo. Además, existe un tipo de queratitis que puede aparecer tras una exposición intensa y puntual a los rayos del sol: la fotoqueratitis, que suele resolverse sin secuelas, pese a las intensas molestias que produce. 

Además de provocar sequedad ocular, el sol acelera el envejecimiento de los ojos, de la misma manera que ocurre con la piel. Por ello, una de las enfermedades oculares que puede aparecer precozmente si no se tiene precaución con el sol es la catarata. Según el Dr. Gris, “una exposición continuada a los rayos ultravioleta, sin la protección adecuada, acelera el proceso de degeneración o envejecimiento del cristalino, lo que provoca que la catarata se manifieste antes”.

Otra enfermedad degenerativa en la que también incide la exposición prolongada y sin protección al sol es la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), una patología del centro de la retina (mácula), que provoca un deterioro progresivo de las células y del epitelio pigmentario de esta zona del ojo, originando una pérdida gradual de visión central. Si bien la DMAE es una enfermedad multifactorial que se asocia principalmente a causas hereditarias y a la edad (suele aparecer a partir de los 55 años), se ha demostrado que otros factores, como el tabaquismo, una alimentación pobre en antioxidantes o la hipertensión arterial, además de la exposición continuada al sol, pueden favorecer el envejecimiento de la mácula.

La piel de los párpados y del contorno ocular también son víctimas del envejecimiento ligado a la exposición a los rayos ultravioleta, “el fotoenvejecimiento se caracteriza por dar lugar a arrugas, sequedad y flacidez”, explica la Dra. Eva Ayala, oftalmóloga del Departamento de Oculoplástica, Estética y Rejuvenecimiento Oculofacial de IMO. Además de ser un problema estético, la flacidez de los tejidos que aparece con este envejecimiento ligado al sol puede acarrear daños patológicos, como la ptosis (caída de párpados). Por ello, la especialista recomienda “utilizar un protector solar adecuado, según el fototipo de piel y renovarlo periódicamente, por ejemplo, tras cada baño, sin olvidar esta zona del rostro, especialmente delicada.”

Para prevenir todas estas patologías, los oftalmólogos de IMO recomiendan utilizar gafas de sol homologadas CE, fotoprotectores solares, evitar exponerse al sol durante las horas de mayor incidencia (aproximadamente de 12h a 15h) y realizar revisiones oculares periódicas para descartar anomalías.

¿Cómo elegir unas gafas de sol adecuadas?

Es importante que las gafas de sol que debemos utilizar siempre que nos expongamos a la radiación solar posean el sello de homologación CE y un filtro adecuado. Generalmente, está numerado según su categoría: el 0 corresponde a las gafas incoloras con o filtros con colores muy claros; el 1 y el 2 ofrecen protecciones más bajas y son ideales para la ciudad, para ambientes con niebla o días nublados. Las categorías 3 y 4 solo transmiten del 3 al 8 % de la luz y están indicados para días soleados. Asimismo, el equipo de optometría de IMO recomienda que el usuario escoja el tipo de lente con el que se sienta más cómodo, ya que en la actualidad, existen múltiples colores, que garantizan una mayor comodidad para la persona que los utiliza. Habitualmente, los colores verdes son ideales para la ciudad, el azul/gris se recomienda para la conducción diurna y los filtros amarillos, para la nocturna, porque ofrecen mayor contraste. Para ambientes de alta mar o de alta montaña, los especialistas recomiendan el uso de filtros polarizados que eliminen los reflejos, evitando que la luz pueda incidir desde varios ángulos y propiciando que la persona que los utiliza vea totalmente nítido.

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