Desde siempre las personas hemos consultado a los médicos por molestias digestivas de todo tipo. Se nos decía que no hacíamos una buena digestión, que acumulábamos gases, que podíamos tener una gastritis crónica o se atribuía a un posible síndrome del colon irritable. La mayoría de las veces se nos recetaban antiácidos o antiespasmódicos que no resultaban e caces. Desde hace algunos años, sin embargo, se han empezado a investigar posibles intolerancias a alimentos, o incluso que los pacientes con malestar digestivo pudieran obedecer a algún tipo de alergia alimentaria. De hecho, las últimas investigaciones epidemiológicas en este sentido re eren que alrededor del 60% de la población sufre reacción a algún alimento que, si bien no suele ser grave, si resulta bastante molesto.
Distintos patrones de acción para cada causa
Pero no toda reacción alimentaria obedece al mismo mecanismo de acción. Dejando de lado las reacciones tóxicas a los alimentos, una persona puede sufrir una reacción alérgica a cualquier alimento o bien una intolerancia alimenticia. Estas dos circunstancias, como explicaremos a continuación, obedecen a mecanismos siopatológicos diferentes. Las reacciones alérgicas a los alimentos son mediadas por el sistema inmune. Este actúa mediante una respuesta inmunológica inmediata mediada por la inmunoglobulina E (anticuerpo IgE) o por una respuesta diferida en la que entra en juego la inmunoglobulina G (anticuerpo IgG). La reacción a los alimentos mediada por la IgE suele producirse entre 15 minutos y 3 horas tras la ingesta, con una liberación rápida de histamina y otras sustancias proin amatorias derivadas de los mastocitos. Las consecuencias son las derivadas de una respuesta alérgica clásica: aparición de ronchas (urticaria) por todo el cuerpo, picor, escozor, habones, malestar general, síntomas respiratorios, moqueo, ojos llorosos… Este tipo de alergias son fáciles de diagnosticar porque suelen aparecer en la infancia, son muy llamativas y con un test cutáneo se detectan con rapidez. La respuesta inmunológica mediada por IgG tiene una aparición mucho más sigilosa. No se detecta con tanta facilidad, aparece generalmente en los adultos, suele haber más de un alimento implicado, la exclusión del mismo puede mejorar la sintomatología y con el tiempo puede tolerarse. En este caso el antígeno (el alimento que no toleramos) se une a la inmunoglobulina G formando unos complejos que no son eliminados por nuestro sistema inmunológico porque éste está debilitado, o bien porque existen demasiados complejos antígeno-anticuerpo en la sangre debido a que la pared del intestino está dañada (por ejemplo, por disminución de las vellosidades intestinales). En consecuencia, los síntomas derivados de esta respuesta IgG a los alimentos será la presencia de acidez, úlceras en la mucosa bucal, gastritis, diarreas, hinchazón intestinal, estreñimiento, etc…El diagnóstico de esta respuesta se realiza mediante pruebas serológicas determinando mediante diferentes métodos los anticuerpos IgG especí cos totales.
Intolerancias alimentarias relacionadas con déficits enzimarios
Además, podemos tener unas respuestas anormales a los alimentos no mediadas por el sistema inmune, sino por dé cits enzimáticos de nuestro organismo. Esto es lo que se conoce como intolerancias alimentarias. Las más frecuentes son las relacionadas con los azúcares, encabezando la lista la intolerancia a la lactosa, seguida de la glucosa, fructosa, sorbitol... Se deben a la carencia de la enzima correspondiente (lactasa, aldolasa B, GLUT 5…) para que el intestino absorba el alimento, y éste acaba fermentando en el colon. La sintomatología que se deriva se relaciona con dolor e hinchazón de estómago, presencia de gases, malestar intestinal, naúseas y vómitos, diarreas, etc…Generalmente estas intolerancias son secundarias a algún daño intestinal temporal, por lo que suelen ser reversibles y transitorias.
Más tipos de intolerancias que pueden ser graves
No obstante, también existen intolerancias congénitas, más raras y graves, debidas a mutaciones en el gen de la enzima correspondiente. La más conocida es la intolerancia congénita de la lactosa que se detecta a los pocos días de vida. Pero también existen las intolerancias primarias o genéticas que se deben a una pérdida progresiva de la producción de la enzima por diversos polimor smos genéticos. Estas intolerancias suelen ser bastante frecuentes, progresivas y permanentes, y causantes de la mayoría de los problemas digestivos que no se encuentra su causa. Para ello es necesario la realización de un estudio genético, fácil de realizar en la o cina de farmacia, y que puede dar solución a las molestias de muchos de nuestros usuarios.