El Centro San Juan de Dios utiliza el kárate como herramienta de autocontrol en los trastornos de conducta de las personas con discapacidad intelectual

“Desde que practico las artes marciales he aprendido a relajarme y estar más tranquilo conmigo y con los demás”, explica orgulloso Cristopher, uno de los 18 chicos que forman parte del taller de regulación emocional que organiza Eduardo Guevara, psicólogo del área de discapacidad intelectual del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (CSJD).

Como él mismo señala, “tener una adecuada regulación emocional es un proceso básico para conseguir un buen ajuste social. Una de las peculiaridades del Centro San Juan de Dios es que todos los usuarios ingresan con el diagnóstico de trastornos de conducta, por lo tanto, es normal que presenten un déficit en el control de los impulsos”.

Con la llegada de la pandemia, se hacía aún más necesario buscar mecanismos para que los residentes del área de discapacidad intelectual pudieran canalizar esa energía no regulada. Por ello, desde el área, y dados los conocimientos del psicólogo Eduardo Guevara sobre este deporte, se pensó en la creación del “Programa de Kárate San Cobra Kai” (nombre elegido por los propios usuarios). Se trata de un programa innovador para trabajar el autocontrol a través de las artes marciales y la filosofía que engloba. Una fusión de disciplina oriental unida a las técnicas de intervención psicológica más eficaces en la actualidad para abordar la estabilidad emocional. De este modo, a través de role-play, modelado de actitudes adaptativas, refuerzo social y vicario, exposiciones en vivo y trabajo en equipo dentro de una dinámica de autogestión, se han conseguido unos significativos avances en la regulación de los problemas de conducta de los residentes.

“Uno de los riesgos que nos hicieron dudar -explica el psicólogo- fue la posibilidad de potenciar un comportamiento agresivo, pero nada más lejos de la realidad, nos ha resultado muy útil para regular su impulsividad. La existencia de unas normas estructuradas en torno al “dojo” (búsqueda de la perfección física, moral, mental y espiritual) y respeto a la figura del maestro, han tenido como consecuencia una fijación de límites, el desarrollo de un autocontrol y un crecimiento personal”. “Sin duda -enfatiza Guevara-, ha sido una sorpresa muy gratificante que se ha traducido, algo muy importante para nosotros, en la reducción de los problemas de conducta”.

Qué es “San Cobra Kai”

Una de las claves del programa es la de integrar la visualización de una serie (que da nombre al programa) como medio para generar un debate crítico posterior sobre los modelos de violencia observados en los protagonistas y el análisis de los roles machistas integrados en la sociedad. A través de la toma de conciencia y reflexión sobre la propia identificación de esos papeles en su comportamiento diario, se abordan alternativas adaptativas de resolución de conflictos centradas en la asertividad con la filosofía de las artes marciales como trasfondo. Se desarrollan cinco sesiones semanales, alternando entrenamientos propios de clases de Kárate con sesiones psicoeducativas centradas en el respeto al otro, la importancia de los vínculos en el grupo y con el “Sensei”, la búsqueda del equilibrio personal y el encuentro del “camino propio”.  

El “Programa San Cobra Kai”, que ha contado con la participación de los propios usuarios en su desarrollo, es una prueba de cómo a través del vínculo, la empatía y la interacción positiva se fomenta un cambio sustancial en las conductas disfuncionales de los residentes.

Resultados y esperanza de futuro

La evaluación, realizada previa y posteriormente al programa, de las “conductas problema” de los participantes del programa ha mostrado cómo comportamientos agresivos hacia sí mismos u otros, destrucción de objetos y conductas oposicionistas se han reducido notablemente. Este resultado, sin duda, es todo un hito y avala la validez de programas como el que aquí se presenta para usuarios con estas características.

El “Programa San Cobra Kai”, en consonancia con los valores promulgados por el CSJD, marca una línea de partida en las intervenciones posteriores a desarrollar con los residentes del centro. Eduardo Guevara explica que esta actividad evidencia cómo la participación activa de los profesionales, a través de una vinculación adecuada con los usuarios y con una correcta estructuración, permite generar un estado emocional en éstos que predispone a la eficacia de los programas de intervención desarrollados para abordar los problemas de conducta.

La gran característica de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios es su hospitalidad y la humanización de la asistencia, concepto que lleva en la orden más de 500 años. Y, siguiendo estos valores, el Centro San Juan de Dios, que atiende a más de 1200 usuarios, 600 de ellos con discapacidad intelectual, cuenta entre sus fines el proporcionar una asistencia de calidad a sus usuarios. Como muestra de ello, es la constante innovación y creación de intervenciones y programas adaptados a la idiosincrasia de cada grupo de residentes, recogiendo sus necesidades, características y adaptándose a ellas. El objetivo final, además de mejorar la calidad asistencial, persigue aumentar la autonomía de los usuarios beneficiarios de los programas.

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