La prevalencia de la Enfermedad Renal Crónica (ERC) en España creció un 20% en la última década. Concretamente, ha pasado de 1.001 pacientes por millón de población (pmp) en 2006, a 1.211 en 2015, un incremento de 200 pacientes pmp, según el Registro de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) actualizado con los últimos datos disponibles (2015).
Dicho Registro revela que la prevalencia media en adultos de más de 15 años se situó en 1.418 pmp. Los segmentos de población con mayor prevalencia fueron por este orden, el de la población entre 65 y 74 años, con una prevalencia por encima de los 3.000 pacientes por millón de población; el de la población de más de 75 años, con una prevalencia de 2.638; y el de la población entre 45 y 64, por encima de 1.765.
Cataluña y Canarias, con 1.366 y 1.312 pmp, son las comunidades con mayor prevalencia, mientras que Melilla y Cantabria, con 782 y 1.008 pmp, son los territorios con menor prevalencia. Cantabria encabeza junto al País Vasco el ranking de comunidades con mayor porcentaje de pacientes renales trasplantados. Estas comunidades, junto a Aragón y Navarra, son las únicas que superan o llegan al 60% de enfermos renales trasplantados.
España es uno de los países europeos con mayor prevalencia de la Enfermedad Renal Crónica, sólo superado por Grecia, Francia, Bélgica y Portugal. Algo más de 4 millones personas padecen enfermedad renal crónica (ERC) en el conjunto del territorio español, de las cuales algo más de 55.000 están en Tratamiento Renal Sustitutivo (hemodiálisis, diálisis peritoneal o trasplante), con un impacto mucho mayor en hombres que en mujeres. Afortunadamente, más de la mitad (52%) están con un trasplante renal funcionante; el resto precisa de la diálisis. La mortalidad de la Enfermedad Renal Crónica se ha venido situando por encima del 8% en la última década. Se estima que la atención de estas patologías del riñón representa alrededor del 3% del gasto sanitario total en España.
La prevalencia de la Enfermedad Renal Crónica (ERC) no deja de crecer en España y cada año unas 6.000 personas con insuficiencia renal avanzan en el deterioro causado por su enfermedad hasta necesitar hemodiálisis, diálisis peritoneal o trasplante renal.
El aumento de la incidencia de la Enfermedad Renal Crónica se relaciona con el envejecimiento de la población (el 40% de los mayores de 80 años sufren esta enfermedad frente al 22% de los mayores de 64 años), pero también con hábitos de vida poco saludables y factores de riesgo como la obesidad.
Precisamente, a la obesidad está dedicado el Día Mundial del Riñón de 2017 por su incidencia sobre la enfermedad renal. La obesidad puede causar Enfermedad Renal Crónica de varias formas. Por un lado, puede contribuir indirectamente, induciendo o empeorando la diabetes y la hipertensión, ambas enfermedades bien conocidas como factores de riesgo para la enfermedad renal. Por otro lado, la obesidad podría también causar daño renal directamente, poniendo una carga indebidamente alta sobre los riñones (al fin y al cabo un cuerpo más grande necesita mayor función renal) y también causando cambios metabólicos dañinos como inflamación y oxidación.
Se estima que el 13,8% de la ERC en hombres y el 24,9% de la ERC en mujeres de países industrializados pueden estar asociados con sobrepeso u obesidad. Además de sobradamente conocida su relación con la ERC, la obesidad ha sido también reconocida como factor de riesgo para padecer cálculos renales, así como para varios tipos de cáncer como el cáncer renal. Las personas afectadas por obesidad, tienen un 83% más de riesgo de padecer ERC comparados con aquellas que tienen un peso saludable.
De ahí que la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N) quiera aprovechar la celebración del Día Mundial del Riñón para concienciar a la población de la necesidad de llevar una vida activa y una dieta “renalsaludable”. Con ese motivo, ha convocado a través de redes sociales un concurso de selfies bajo el título #Muevetuspies, con el que quiere sensibilizar a la población de la importancia de dedicar una hora de actividad física diaria, así como de una serie de hábitos alimenticios favorables para la salud de los riñones, como beber agua en cantidad suficiente (de 4 a 6 vasos diarios), moderar el consumo de bebidas alcohólicas y gaseosas, tomar diariamente varias raciones de fruta y verdura, no abusar de la sal en la dieta o evitar en lo posible los alimentos procesados, además de tener precaución en el uso de determinados medicamentos que pueden dañar la función renal.