En Australia, el 94% de los hombres y el 64% de las mujeres come más sal de la recomendada, unas cifras similares a las de los estadounidenses. “Cuando es algo tan excesivo, tiene sentido que el Gobierno tome medidas”, considera Linda Cobiac, quien recuerda que esta medida “supone un ahorro de costes para el Gobierno a largo plazo”. Además, sería necesario porque confiar en que las personas tengan autodisciplina en el consumo de sal “fue el método menos eficaz”, ya que redujo las enfermedades cardiacas en apenas un 0,5%. FV
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