El nuevo sistema está formado por tres elementos interconectados: un sensor de glucosa, un transmisor inteligente y una aplicación móvil. El sensor es una pequeña cápsula, del tamaño de una píldora, que se implanta en la parte superior del brazo. Sobre el sensor se coloca el transmisor, que es recargable y resistente al agua. Desde allí se envían los datos a una aplicación instalada en el smartphone del usuario que permite ver las lecturas en tiempo real. Una de las características destacables del sistema es que el sensor y el transmisor no se encuentran conectados físicamente como en el resto de los medidores continuos.
Además, el transmisor tiene la capacidad de almacenar los valores registrados y proporcionar alertas vibratorias que el paciente puede notar en su brazo cuando los niveles de glucosa son demasiado altos o demasiado bajos.