A pesar de que la prevalencia de las enfermedades alérgicas en la infancia crece año tras año, los expertos todavía no han podido definir completamente las causas exactas de esta evolución y señalan algunos factores de riesgo comunes como son el estilo de vida y la influencia genética. En concreto, los niños que tienen uno o más miembros de la familia afectados por una alergia tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar alergias (15-70%). Además de ello, otros factores como el aumento de los partos por cesárea, el abuso de los antibióticos y el aumento de la contaminación son parte de las claves.
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) suele iniciarse durante el primer año de vida. La APLV afecta a un 2% de los niños menores de 4 años y constituye la alergia alimentaria más frecuente en el lactante y el niño pequeñoi. La APLV consiste en una reacción exagerada del sistema inmunitario ante una o más proteínas que contiene la leche de vaca, uno de los primeros alimentos complementarios introducidos en la alimentación del lactante, en función de si ha sido alimentado o no con lactancia materna. Los síntomas más comunes de la APLV son de tipo dermatológico, gastrointestinal y respiratorio. Asimismo, es frecuente que los bebés presenten dos o más síntomas, por lo que su diagnóstico puede ser complejo.
Mas allá de sus síntomas, la alergia es indicio de que el sistema inmunitario no está respondiendo de forma equilibrada. Al nacer, el sistema inmunitario no se encuentra totalmente desarrollado, sino que madura en los primeros años de vida.
“La edad temprana es un período crítico dado que el sistema inmunitario del bebé está todavía madurando y está influenciado por el estado de la microbiota intestinal. Por eso, entrenar el sistema inmunitario a través del fortalecimiento de la microbiota intestinal, donde reside entre el 70 y el 80% de nuestras células inmunitarias, puede mejorar la alergia”, explica Manuel Blanco, director médico de Danone Specialized Nutrition.
Asimismo, existe una creciente evidencia que sugiere que una alteración del equilibrio de la microbiota intestinal, conocida como disbiosis, en la infancia puede retrasar la tolerancia oral a determinados alimentos y desempeñar un importante papel en el desarrollo de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario, tales como alergia a los alimentos o la dermatitis atópica. “La disbiosis está caracterizada por la pérdida de organismos microbianos beneficiosos que son los encargados de mediar en la respuesta inmune, como son las bifidobacterias, y por el aumento de bacterias patógenas que son las que pueden causar enfermedades infecciosas”, añade el experto. Por ello, la alimentación puede desempeñar un papel fundamental en la regulación de la microbiota intestinal.
Una adecuada nutrición ayuda a fortalecer el sistema inmunitario del bebé
En este sentido, la alimentación desde la gestación hasta la del niño de corta edad juega un papel crucial para el desarrollo de su sistema inmunitario. La leche materna por su composición única, rica en bacterias con efecto probiótico, oligosacáridos con efecto prebiótico y otros componentes bioactivos, va a modular un desarrollo normal de la microbiota intestinal. “Aunque el efecto protector de la lactancia materna se debe a muchos factores, los oligosacáridos, las bacterias y otros componentes bioactivos normalmente presentes en la leche materna parecen tener un papel primordial en el desarrollo de la microbiota intestinal y en la regulación adecuada del sistema inmunitario (combatiendo las infecciones y favoreciendo la tolerancia). Sin embargo, en los casos en los que la lactancia materna no es viable, se recomienda consultar con el pediatra la indicación de una leche de fórmula con algunos de estos compuestos bioactivos que ayude a asegurar una microbiota intestinal saludable”, explica el Dr. Blanco.