El asma y la dermatitis atópica (DA) afectan a más de 3 y 1,5 millones de personas en España, respectivamente. Se trata de enfermedades que tienen un impacto muy elevado en la calidad de vida de los pacientes y que, en muchos casos, pueden presentarse de forma simultánea en una misma persona, condicionando todavía más su día a día. Especialmente en el caso de los menores, para quienes convivir solo con una de las dos patologías ya puede tener consecuencias a nivel físico, emocional, social y psicológico, además de escolares.
Más del 50% de los niños de 6 a 11 con DA moderada-grave también tiene asma, y en el caso de los adolescentes este porcentaje puede oscilar entre el 49 y el 81%. La coexistencia de estas patologías en un mismo paciente no es casual. Los últimos avances científicos han demostrado que tanto la dermatitis atópica como un tipo de asma grave tienen como origen una respuesta excesiva de la inflamación tipo 2 del sistema inmunitario ante alérgenos u otros factores desencadenantes.
El impacto de la DA y el asma en la vida diaria
La dermatitis atópica, cuyos síntomas pueden ser persistentes e incontrolados, puede afectar a distintos ámbitos de la vida de los niños y adolescentes que la padecen. Especialmente debido al picor intenso o prurito. Por ejemplo, muchos reducen su interacción social y experimentan dificultades para dormir, así como síntomas de depresión y ansiedad; unas consecuencias que, a su vez, pueden afectar también en su rendimiento escolar. En este sentido, se calcula que los adolescentes con DA moderada-grave pierden entre 8 y 12 días de escuela cada cuatro semanas, y el 39% de los jóvenes de 14 a 17 años ha reconocido haber sido víctima de bullying o acoso debido a la enfermedad.
Las familias y el entorno también se ven seriamente afectados: Las familias pueden pasar hasta 12 horas a la semana cuidando a sus niños con DA y hasta un 73% de los familiares y/o cuidadores faltan al menos un día al trabajo cada cuatro semanas Además, la falta de sueño o la incapacidad para realizar las tareas domésticas comporta un impacto negativo en la dinámica familiar, y el 36% presentan síntomas de ansiedad y/o depresión.
El asma, por su parte, se estima que afecta aproximadamente al 4,9% de la población adulta en España y a alrededor del 10% de los niños; siendo considerada la segunda enfermedad más prevalente en adolescentes, solo por detrás de la obesidad. En lo que se refiere al asma grave, la patología puede tener un gran impacto social y personal en el día a día de adultos y adolescentes debido, principalmente, al alto riesgo de exacerbaciones e ingresos hospitalarios.
Concretamente en los jóvenes de 12 a 17 años, la enfermedad puede hacer que se sientan avergonzados, cohibidos o inseguros; sobre todo por como los síntomas puede interferirles en el sueño, la escuela, la esfera social o las actividades deportivas. La enfermedad supone, pues, una dificultad añadida a una etapa de la vida ya complicada de por sí, pudiendo tener efectos sobre su capacidad de independencia, el desarrollo de su imagen corporal, la maduración de su personalidad, la búsqueda de su propia identidad e incluso en la relación con el grupo de amigos. Asimismo, pueden infravalorar la gravedad de su asma y tener un mayor riesgo de depresión, aislamiento y ansiedad. Una carga que también se extiende a su entorno, por la preocupación y ansiedad que sienten y por los días de trabajo perdidos.
A todo ello hay que sumar el tratamiento habitual continuado tanto del asma como de la DA moderada-grave puede suponer una carga significativa para la vida diaria de los menores y de sus sus familiares.