Este año, la World Association of Sleep Medicine se centra en luchar contra el insomnio, en un espectro amplio que abarca la dificultad para conciliar el sueño, despertarse en mitad de la noche o amanecer con la sensación de no haber descansado lo suficiente. Ante estos síntomas de sueño inquieto tan comunes, recordamos algunas claves menos conocidas para ayudar a dormir de una manera reparadora:
- Poner los pies en alto. La fuerza de la gravedad ayuda a nuestras digestiones, pero también a las visitas al baño de madrugada. Para mantener el líquido en su sitio y poder dormir 8 horas ininterrumpidas, un truco eficaz es poner los pies ligeramente en alto mientras dormimos, poniendo un cojín adicional a los pies de la cama.
- Mantener el cerebro en modo “no molestar”. Por mucho que alineemos todos los astros a nuestro favor y nos acompañemos de tapones y antifaces a prueba de luz y bombas, puede suceder que nos semi-despertemos a media noche por sucesos fuera de nuestro control: se nos cae la almohada, nos destapamos, o nos hemos olvidado de poner los pies en alto y tenemos que ir al baño. En cualquiera de estos casos, es esencial mantener el cerebro en un estado de somnolencia: no abrir los dos ojos, no encender luces ni mirar la hora.
- ¡Pies a cubierto! Parece antiestético, pero en realidad es un truco infalible para quedarnos dormidos: llevar calcetines. Según un estudio realizado en Suiza, llevar calcetines al meternos en la cama mejora la circulación en nuestras extremidades y ayuda a que conciliemos el sueño con mayor facilidad.
- Ducha y lavanda: un dúo imbatible. La ducha tiene un gran poder relajante y ayuda a desconectar, vaciar la mente al final del día e indicar a nuestro metabolismo que ya es hora de dormir. Pero la combinación más poderosa consiste en aprovechar además el poder “somnífero de la lavanda”: ducharnos con gel de lavanda o utilizar ambientadores o aceite de lavanda en nuestra habitación contribuye a tener dulces sueños. Como plus: ahorraremos tiempo por las mañanas y nos podremos permitir esos “cinco minutos más” que siempre rogamos.
- Un vaso de leche antes de ir a dormir. La sabiduría popular se llama “sabiduría” por algo: porque tiende a estar en lo cierto. El tradicional vaso de leche antes de ir a dormir no solo ayuda a conciliar el sueño, sino que influye en la calidad del mismo haciendo que durmamos más profundamente y que al día siguiente nos sintamos más despiertos. Esto es debido a que una de las proteínas contenidas en la leche es la alfa-lactoalbúmina, una gran aliada del sueño según elAmerican Jornal of Clinical Nutrition. La práctica del vaso de leche no es contradictoria con la recomendación de no cenar inmediatamente.