El aporte de vitamina D y calcio en la dieta de los niños españoles resulta “insuficiente” para cubrir las necesidades nutricionales de esta etapa de la vida. Así se desprende de los datos recogidos en la Encuesta Nacional de Alimentación en población infantil y adolescente de España (ENALIA), diseñada y desarrollada por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), y cuyas conclusiones en cuanto a ingestas de micronutrientes en la población española de 6 meses a 18 años han sido presentadas recientemente.
De esta manera, si bien las ingestas de vitamina D resultan insuficientes en prácticamente el conjunto de la población infantil y adolescente española – en línea con lo que sucede en otros países del marco europeo tales como los Países Bajos, Bélgica o Finlandia -, la encuesta arroja el dato de que las ingestas de calcio, un mineral fundamental en la formación y crecimiento óseo, también resultan inadecuadas, especialmente a partir de los 9 años, y de manera más acusada, en niñas.
En este sentido, si bien las ingestas insuficientes de vitamina D y calcio son más pronunciadas en el caso de las niñas, su dieta también resulta especialmente deficitaria en cuánto a los aportes de otros nutrientes tales como vitamina E, ácido fólico, magnesio y yodo, en comparación con las ingestas que presentan los varones, una situación que se acentúa entre los 9 y los 14 años. Del mismo modo, la encuesta ENALIA también ha puesto de manifiesto que el aporte de sodio en la dieta resulta excesivo en un porcentaje considerable de los menores, y es aún más elevado en el caso de la población infantil masculina. Lo mismo sucede con las ingestas de zinc, que excede el nivel máximo tolerable en más de la mitad de los menores de 4 años.
Fuentes dietéticas de calcio y vitamina D
A la luz de los datos obtenidos, conviene recordar que las principales fuentes dietéticas de vitamina D son el pescado, la yema de huevo y el hígado. Además, es importante tener en cuenta que si bien la exposición solar ayudar a sintetizar la vitamina D en el organismo, esta no siempre resulta suficiente para contrarrestar los bajos aportes de este nutriente a través de la dieta. En cuanto al calcio, es importante subrayar que la leche es la principal fuente dietética de calcio, no sólo por su elevado contenido en este mineral, sino también por su alta biodisponibilidad gracias a los otros componentes de la leche, tales como la vitamina D, las proteínas o el fósforo, tal y como se recoge en el informe ‘La leche como vehículo de salud’ elaborado por la Fundación Española de Nutrición (FEN) y la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT).
En este sentido, tal y como se indica en las conclusiones del estudio ENALIA, la evidencia científica ha demostrado los efectos beneficiosos del consumo de leche y lácteos para el adecuado desarrollo óseo en infancia y adolescencia y también para una adecuada composición corporal en adultos, así como también en la reducción del riesgo de obesidad infantil y de desarrollo de diabetes tipo 2. Actualmente existen ciertos alimentos especialmente preparados para cubrir las necesidades infantiles en esta etapa, como son las leches de crecimiento enriquecidas con calcio, hierro, ácidos grasos Omega 3 DHA y vitamina D, y que pueden resultar una alternativa útil y de interés en el caso de que se identifique una carencia nutricional en el niño que pueda comprometer su adecuado desarrollo.
La alimentación en infancia y adolescencia, esencial para un adecuado desarrollo
La primera infancia es uno de los periodos en los que el menor se desarrolla con mayor rapidez, por lo que seguir unos adecuados hábitos dietéticos adaptados a los requerimientos nutricionales de esta etapa de la vida resulta clave para alcanzar un adecuado crecimiento. Asimismo, la adolescencia también resulta un periodo clave, ya que los requerimientos nutricionales en cuánto a vitaminas, minerales y oligoelementos se incrementan de manera sustancial.
Además, los hábitos dietéticos adquiridos en esta etapa suelen mantenerse en la edad adulta, y una dieta inadecuada en estos primeros años de vida puede tener graves consecuencias a largo plazo, tales como un mayor riesgo de padecer osteoporosis o desarrollar enfermedades cardiovasculares.